jueves, 9 de marzo de 2017


ZORZAL CHARLO


Al mayor de nuestros zorzales se le ha aplicado el nombre científico por su afición a las pegajosas bayas del muérdago; su nombre vulgar lo debe al característico grito de alarma, «charr-charrl». El canto es ruidoso y resonante; no tiene la melodía de la aflautada voz del Mirlo Común ni las frases elegantemente repetidas de la del Zorzal Común, pero a menudo es la más agradable música alada que puede oírse en un día de enero.
El Zorzal Charlo es un nidificante temprano, y en su voluminoso nido, bien visible en lo alto de un árbol, puede haber huevos a finales de febrero, mucho antes de que haya hojas para ocultarlos; en esta época, el ave, siempre precavida y suspicaz, se torna muy agresiva; puede atacar a personas o a aves que se acerquen demasiado al nido e incluso lanzarse para asustar a un gato.
Tras la estación de cría, los Zorzales Charlos se trasladan a zonas abiertas, vagando en grupos familiares y alimentándose de muérdago y otras bayas, lo que les permite resistir perfectamente el invierno. Sólo cuando se producen intensas nevadas puede agudizarse alarmantemente el problema de la alimentación de este gran zorzal.
 
 

Identificación: Partes superiores pardo grisáceas; inferiores, muy claras y bastante moteadas; rectrices externas blancas. Se distinguen del Zorzal Común por manchas más destacadas, mayor tamaño y postura a menudo más erguida; sexos iguales.
Nidificación: Ambos sexos construyen voluminoso nido en forma de copa, con hierbas, palitos, tierra y musgo, en general en árboles y a bastante altura; pone, a finales de febrero hasta junio, 4 huevos, azul claro a leonado, con puntos y manchas pardo rojizas; incubación, por la hembra sólo de 13 a 14 días; los pollos, cebados por ambos padres, vuelan tras 16 días; normalmente dos crías.
Alimentación: Frutos y bayas; insectos y sus larvas, lombrices, caracoles. Hábitat: Parques y jardines.

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